18 Mar Hipoxia y estrés
Hormesis
Siguiendo con nuestra serie de post sobre la hormesis, o lo que es lo mismo, cómo estimular el sistema orgánico con estresores para aumentar la salud, hoy vamos a hablar sobre la hipoxia intermitente. Hablando en plata: respirar menos para aumentar nuestra capacidad respiratoria.
Hace ya algunos años que Wim Hof se expuso a comprobaciones científicas para difundir las bondades de su método, basado en la meditación, el frío y la respiración.
Hoy me gustaría detenerme a describir algunas de las cosas que ocurren cuando practicamos el tipo de respiración que enseña el método de Wim Hof.
Control del sistema nervioso
Lo primero que hay que reconocer es que la respiración funciona como un mando a distancia de nuestro sistema nervioso, así que respirando de una u otra manera, podemos “apagar o encender” el sistema simpático y el parasimpático.
Este último es el encargado de estimular la relajación y la recuperación. Se activa, por ejemplo, después de comer, también nos ayuda a evacuar los intestinos y a estimular nuestros órganos sexuales.
Muchos de los nervios parasimpáticos se sitúan en los lóbulos inferiores de los pulmones, por eso las respiraciones largas y lentas son relajantes. Se reduce el ritmo cardíaco y nos tranquilizamos.
Estrés simpático
El sistema simpático, por contra, manda señales estimulantes a los órganos y los prepara para entrar en acción. Muchos de sus nervios están repartidos en la parte superior de los pulmones, de manera que las respiraciones cortas y apresuradas activan los nervios simpáticos. Cuando respiras rápida y superficialmente, es como si llamases al 112.
El cuerpo dirige flujo sanguíneo a los músculos y al cerebro, aumenta la frecuencia cardíaca y también la adrenalina. Estamos listos para luchar o correr.
Como es lógico, el cuerpo está diseñado para permanecer en estado simpático solo durante cortos episodios, pues una activación prolongada resulta perjudicial para los niveles de estrés, además de activar el sistema inmune, con el gasto energético que conlleva.
Sin embargo, existen técnicas de respiración que buscan precisamente eso: aumentar la tensión simpática. Este tipo de respiración ha sido practicada durante mil años por budistas tibetanos. Meditación del fuego interior, meditación Tummo, método Wim Hof… Llámalo como quieras, pero básicamente consiste en activar el sistema nervioso simpático.
¿Por qué razón?
Tensión máxima, pero por dosis
La clave, de nuevo, está en el mecanismo de la hormesis. Habituar a nuestro sistema orgánico de manera consciente al estrés, ayuda a actuar con flexibilidad ante las situaciones estresantes de la vida diaria. Y en un estilo de vida tan estresante como el actual, resulta muy beneficioso aprender a relativizar la tensión cotidiana.
En el mundo moderno, la mayoría de nosotros no experimentamos nunca una tensión total tan grande que suponga una amenaza para la vida, pero tampoco estamos casi nunca completamente relajados. Entonces nuestros niveles de tensión se “normalizan” en una zona media de ansiedad, lo que estimula el nervio vago a solamente a medias.
Este nivel de estrés sostenido no nos mata, pero nos mantiene enfermos. Es el mismo principio que el estado de inflamación crónica de bajo grado, que lentamente nos enferma.
Descarga respiratoria de reseteo
Hay muchas enfermedades relacionadas con este síndrome (hormigueo en los dedos, diarrea crónica, aumento de la frecuencia cardíaca, diabetes, disfunción eréctil…) y un procedimiento para reactivar el riego sanguíneo y recuperar la comunicación entre órganos es volver a estimular el nervio vago, para sacarlo de su sopor enfermizo.
Hace algunos años se usaban nodos eléctricos para estimular el sistema nervioso. Pero la respiración es un sistema menos invasivo y muy eficaz para controlar nuestras funciones autónomas de manera consciente.
Respirar deprisa e intensamente desata una respuesta del nervio vago, y nos pone en tensión. Aprendemos a acceder conscientemente al sistema nervioso, encendiéndolo de forma puntual para poder apagarlo durante el resto del día, eliminando estrés y recuperando energía.
¿Es posible acceder al sistema nervioso autónomo?
Cuesta creer que se pueda acceder al sistema nervioso autónomo. De hecho, se llama autónomo precisamente por ello. Aún hay sectores de la medicina que siguen pensando que es imposible. Pero un investigador de la Harvard Medical School llamado Herbert Benson viajó al Himalaya en 1981 y midió con sensores a tres monjes, que tras practicar la respiración tummo aumentaron la temperatura de sus extremidades hasta 8 grados. Los resultados se publicación en Nature al año siguiente.
Años más tarde, un hombre de mediana edad llamado Wim Hof corrió un medio maratón a través de la nieve más arriba del círculo polar ártico, sin camiseta y descalzo.
Beneficios
De la misma manera que no es necesario irse al polo norte para sentir los beneficios del frío, tampoco es necesario someterse a apneas infinitas para extraer todas las bondades de la hipoxia intermitente, que son muchas:
Aumenta el aprendizaje y la memoria.
Reduce los niveles de glucosa.
Disminuye la tensión arterial.
Aumenta la densidad ósea.
Mejora el funcionamiento del sistema inmune.
Induce pérdida de peso.
Disminuye los síntomas de la depresión.
Mejora la capacidad contractil del corazón.
Y por supuesto, mejora la respiración.
Si quieres saber más sobre cómo practicar la hipoxia intermitente, encontrarás mucha información en Internet buscando sobre el método Wim Hof. En mi experiencia personal, te recomiendo cualquiera de los talleres de Exploremotion.
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Fuentes:
Hof, Wim, De Jong, K. El poder del frío. OBELS|#Obelisco; N.º 1 edición (28 marzo 2017)
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