Sincronización circadiana: saca tu mejor versión

Sincronización circadiana: saca tu mejor versión

Sincronizadores circadianos

Zeitgeber es una palabra alemana que viene a significar temporizador o sincronizador. En las corrientes de pensamiento que podríamos englobar bajo el paraguas de “prácticas ancestrales” o de “vida origen”, esta palabra se usa para referir todos aquellos elementos ambientales que ayudan a sincronizar nuestras células con los ritmos del planeta.

En la anterior entrada hablamos del sol como principal y más importante agente regulador de nuestros ritmos vitales. Ya hemos descrito de qué manera funciona nuestro cuerpo, como un gran ecosistema que no se expresa las 24 horas de la misma manera, sino que los procesos internos se suceden unos a otros en el organismo de manera sincronizada. De la misma manera que hay momentos para la actividad celular, hay otros momentos para la regeneración de las células. Y quien gobierna el ritmo de activación y desactivación de todos esos procesos es el sol, en primer lugar, junto con otros sincronizadores como son la comida y la temperatura ambiente.

El reloj interno

Tu cuerpo cuenta con un reloj biológico interno, diseñado para sincronizarse con el ciclo de 24 horas del planeta gracias a la exposición o al estímulo de los sincronizadores o zeitgeber.

Los genes reloj tienen la capacidad de interpretar las circunstancias ambientales de cada momento del día, y de esa manera disparan la expresión de miles de genes. Por ejemplo, la primera ingesta del día (que no sea agua) va a activar el reloj del hígado, y éste va entonces a permanecer activado durante las siguientes doce horas. A las doce horas de activarse, el hígado pasará a estado de “desactivación”, reposo o regeneración celular.

¿Qué implicaciones tiene todo esto? Si tu primera ingesta es a las 9 de la mañana, cualquier cosas que comas a partir de las 9 de la noche alterará tus ritmos circadianos. Le estás dando a tu cuerpo informaciones contradictorias. Por decirlo de alguna manera, estás obligando al hígado a trabajar fuera de su jornada laboral. Y todos sabemos que forzar turnos de trabajo durante tiempo seguido acaba por tener consecuencias para la salud.

Desconexión e indefensión

La naturaleza lo tiene todo muy bien organizado. Hay un tiempo de luz y un tiempo de oscuridad, lo mismo que hay un tiempo para comer y otro para descansar. Sin embargo, la vida moderna, la de las ciudades iluminadas 24 horas, ha eliminado nuestras noches, dibujando un escenario peligroso para nuestra salud.

Se habla mucho acerca de la comida basura, que no alimenta y además inflama; o de los productos procesados que dañan nuestro sistema digestivo. Sin embargo, no se oye con frecuencia hablar de los peligros de la arritmia circadiana, que es igual o incluso más dañina que una mala alimentación.

Ten en cuenta que un cuerpo que no sabe en qué hora vive, no dispone de recursos para repararse a sí mismo de los daños que sufre a diario. Un cuerpo desconectado es incapaz de resistir la enfermedad.

Frío sanador

Además de la comida y la luz del sol, la temperatura es otro estupendo sincronizador circadiano. De nuevo, la naturaleza pone de manifiesto su sabiduría. En aquellas latitudes donde las horas de luz se reducen durante determinadas épocas del año, el frío informa al cuerpo de “la hora fisiológica” del día, disparando unos procesos u otros.

Tiene también su lógica: nuestros genes se forjaron durante la última glaciación (Edad de Hielo). Así que además de hijos del sol, somos hijos del frío. Como señala el autor Antonio Valenzuela, somos hijos de la adversidad.

Responsabilidad y poder

Pero la vida moderna nos ha desconectado de nuestra capacidad ancestral. Es evidente que hoy no podríamos sobrevivir en las condiciones extremas en que el homo sapiens se desarrolló. Somos los herederos de esos primeros hombres, sin duda, pero nuestro tiempo es el siglo XXI. Nuestra misión y nuestro reto son, por tanto, vivir lo mejor posible en la época en que nos ha tocado vivir.

Para ello, considero que es necesario realizar un ejercicio de responsabilidad individual, que implica estar dispuesto a cultivar una mentalidad crítica con el mundo que nos rodea, aprendiendo a discernir lo que de verdad es bueno para uno mismo, de aquello que simplemente es una convención social, un hábito que no por ser de uso masivo, es necesariamente sano.

Un estilo de vida nocivo

La dieta occidental no es sana ni adecuada para nuestros genes. Es una evidencia. No tengo capacidad de juicio para decidir si detrás de ello hay una conspiración a escala mundial, algo así como un gran plan para mantener a la población crónicamente inflamada con el objetivo, primero, de ganar dinero con la comida que comemos para enfermar, y después, seguir ganando dinero con las medicinas que nos recetan para supuestamente sanar.

No me gusta adherirme a conspiraciones, pero tampoco caer en la ingenuidad. Por tanto, tampoco considero que el “Estado” o “La Sociedad” sean los que van a velar por mi bienestar. Sinceramente, no lo creo. Lo que sí creo es que debe ser cada uno de nosotros quien ha de hacerse responsable de su salud y de su vida. La invitación es que no te adhieras a ningún credo porque sí, sino que que experimentes por ti mismo qué te sienta bien y qué no. Estas líneas son una invitación a hacer las cosas por uno mismo, un gesto que nos devuelve el poder real.

Las prácticas de reconexión

Lo mismo que la comida moderna no alimenta, los hábitos de vida de nuestra sociedad actual terminan siendo nocivos para nuestros ritmos circadianos. Para retomar el mando de nuestro ritmo vital, quienes nos dedicamos a la Vida Origen practicamos y proponemos una serie de hábitos que ayudan a sincronizar nuestro organismo.

Estos hábitos incluyen la exposición al sol, la conexión con la tierra o earthing, una alimentación acorde con la naturaleza de nuestros genes, así como practicar ayunos o la exposición controlada al frío y al calor.

A todo esto, sumaríamos la conveniencia de respirar un aire lo más limpio posible, y la necesidad fundamental de moverse y hacer ejercicio.

Todas estas prácticas te sincronizan con tu ritmo natural. Cuando tus células son capaces de decir la hora con exactitud, tu energía es óptima, pues no se derrocha en procesos que no tocan. Literalmente, eres tu mejor versión.

En las próximas entradas iremos profundizando en estas prácticas de reancestralización o reconexión. ¿Nos acompañas?

Lleva tu salud a otro nivel

Si quieres aprender a comer de la manera más acorde con tu organismo, tengo una propuesta interesante para ti. Todo esto y más vas a conocer en nuestro plan mensual de acompañamiento en Alimentación Origen. Conoce todo lo que la Vida Origen tiene para ofrecerte.

Fuentes:

Carlos y Ricardo Stro. Supervivir. Grijalbo (10 noviembre 2022)

Yolanda Santiuste Blázquez. Reset, encuentra tu salud. Línea Alba.

Wim Hof y Koen de Jong. El poder del frío. Obelisco.

Antonio Valenzuela. Hijos de la adversidad. Alienta Editorial.

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