Los peligros de la fructosa

15 Sep Los peligros de la fructosa

¿Por qué engorda tanto el azúcar?

Las causas pueden ser varias. Por una parte, los productos con azúcar resultan más sabrosos al paladar, y como a casi nadie le amarga un dulce, pues es más fácil que abusemos de ellos.

También es preciso señalar que el azúcar es un carbohidrato refinado, y estos carbohidratos tienen un alto índice glucémico. Esto quiere decir que aumentan la glucosa en sangre, lo cual a su vez sube la insulina. Y ya sabemos que el aumento de la insulina nos lleva a inflamación y está en la base de la obesidad.

Pero el azúcar no es un carbohidrato refinado más. El azúcar es como la nave Nostromo de la película Alien: además de glucosa, guarda en su interior un segundo pasajero, que no es tan feo como el alienígena de la película, pero puede ser a la larga igual de peligroso: la fructosa.

El lobo con la piel de cordero

La fructosa siempre se vio como un endulzante «bueno», porque apenas hace subir el nivel de glucosa en sangre. Además, provoca un aumento leve de la insulina en comparación con la glucosa, y el hecho de que se encuentre de forma natural en las frutas le otorga cierto caché de «saludable».

Nuestro azúcar de mesa es la sacarosa, que es 50% glucosa y 50% fructosa. En los años sesenta le salió un duro competidor a la sacarosa: el jarabe de maíz de alta fructosa (que es fructosa en un 55% y glucosa en un 45%)

Este jarabe conquistó la industria de los alimentos procesados, pues parecía hecho a medida para ellos: es barato de producir, más dulce que la glucosa, prolonga la vida útil del producto y tiene un índice glucémico bajo. Vamos, ni pintado: sopas, salsas, galletas, pasteles y bollería se inflaron de jarabe de maíz de alta fructosa.

Se ha medido un incremento del consumo de fructosa del 1.000% en los últimos 40 años, y se atribuye principalmente al uso de este jarabe de maíz. También se ha demostrado que el aumento de la obesidad iba muy parejo al incremento de la fructosa en los alimentos.

Diferencias entre glucosa y fructosa

La glucosa tiene una estructura molecular de hexagrama, es el principal azúcar que se encuentra en la sangre, y casi todas las células del cuerpo pueden usarla como energía (el cerebro es especialmente adicto a la energía de la glucosa). Además, puede almacenarse tanto en el hígado como en los músculos. Cuando las reservas de glucosa bajan, el hígado puede fabricar más a partir de las grasas (gluconeogénesis)

La fructosa es un anillo de cinco lados, que se encuentra en la fruta de forma natural. Pero solamente se metaboliza en el hígado, no circula por la sangre, y el cerebro, los músculos y la mayoría de tejidos no pueden usarla directamente.

Entonces, ¿qué hace que la fructosa sea tan perjudicial?

Acabamos de decir que nuestro sistema celular puede usar la glucosa para obtener energía. Pero no podemos obtener energía de la fructosa directamente. Además, la fructosa se absorbe directamente, sin necesidad de insulina, pero solo puede metabolizarse en el hígado.

El exceso de fructosa se convierte en grasa en el hígado, llevando a la patología conocida como hígado graso, y el hígado graso provoca directamente resistencia a la insulina.

En nuestra anterior entrada, hablamos de los males de refinar los alimentos y destruir su equilibrio natural. Bueno, pues llueve sobre mojado: casi todo lo que compramos envasado contiene fructosa.

La sacarosa y el jarabe de maíz de alta fructosa engordan por partida doble: su contenido en glucosa aumenta los niveles de insulina. Y además, su contenido en fructosa da lugar al hígado graso y a la resistencia a la insulina. Pero este último efecto permanece latente durante años, antes de hacerse manifiesto.

Propuesta AvocadosPNI

Elimina los azúcares añadidos de tu dieta, y no utilices edulcorantes artificiales.

Cuando sea momento de añadir dulce a tu vida, hazlo, no pasa nada si es de manera esporádica. Pero recuerda que el verdadero sabor de la vida lo pones tú, no lo que añades de fuera.

Fuentes:

María Jesús Riveros et Al. Consumo de fructosa y sus implicaciones para la salud; mala absorción de fructosa e hígado graso no alcohólico.

Jason Fung. El Código de la Obesidad. Editorial Sirio; N.º 1 edición (28 marzo 2017)

Duffey, K. J. y Popkin, B. M. «High-Fructose Corn syrup: Is this what’s for dinner?». The American Journal of Clinical Nutrition. 2008; 88 (supl.): 1722S-1732S.

Bray, G. A., Nielsen, S. J. y Popkin, B. M. «Consumption of high-fructose corn syrup in beverages may play a role in the epidemic of obesity». The American Journal of Clinical Nutrition. Abril de 2004; 79 (4): 537-543.