14 Ene Respira por la nariz
La enfermedad de respirar por la boca
Se estima que aproximadamente la mitad de la población (incluidos niños) respiran por la boca. Para muchos médicos, investigadores y científicos esto no supone ningún problema. De hecho, durante el pasado siglo, la medicina occidental consideraba la nariz un órgano secundario: se entendía que había que respirar por la nariz, pero si no era posible, tampoco pasaba nada. Para eso estaba la boca.
Respirar por la boca es un círculo vicioso: cuando se congestiona la cavidad nasal, disminuye la circulación del aire y aparecen bacterias. Estas bacterias se reproducen y pueden causar infecciones, catarros y más congestión. La congestión engendra congestión, lo cual no nos da otra opción que respirar habitualmente por la boca.
No tragues aire
Respirar por la boca de forma crónica es altamente perjudicial para tu salud, aunque de entrada pueda que no te lo parezca. Pero la lista de desventajas es grande:
Provoca hipertensión arterial.
Disminuye la variabilidad de la frecuencia cardíaca e incrementa el pulso.
Reduce la claridad mental.
Baja la presión, provocando que los tejidos de la boca se descuelguen, lo cual provoca más congestión respiratoria.
Desciende el nivel de oxígeno en sangre.
Provoca mayor pérdida de hidratación.
Impide un descanso profundo.
Entonces, ¿Por qué en la actualidad respiramos mayoritariamente por la boca?
La respuesta, como casi siempre, la encontramos en la historia de nuestros ancestros.
Evolución respiratoria
Nuestros antepasados usaban herramientas para separar la carne de los huesos de sus presas. Carne que comían cruda, y que ablandaban usando piedras para machacar la comida. Posteriormente, con el descubrimiento del fuego, el esfuerzo de masticar y digerir se redujo todavía más.
Reducir la energía que gastamos en masticar y digerir acortó progresivamente nuestro tubo digestivo (¿te has fijado que los chimpancés tienen grandes barrigas? Es porque sus intestinos son mucho más largos para digerir su dieta vegetariana)
Esa energía sobrante desarrolló nuestro cerebro.
Cocinar la comida tuvo enormes beneficios para nuestro desarrollo como especie, pero también conllevó a la larga otras consecuencias: El enorme desarrollo cerebral del homo sapiens ocupó espacio en la parte delantera del cráneo (por eso tenemos la frente abultada y no lisa como los neandertales) y configuró una nariz más pequeña y vertical, que era menos eficiente para filtrar el aire, y unos senos nasales también más pequeños.
Cuanto más blanda se volvía nuestra dieta, más estrechas se hacían nuestras vías respiratorias.
Ansiedad moderna: respirar más
En nuestro estilo de vida moderno, este proceso de la respiración bucal se ha acelerado todavía más: consumimos más alimentos procesados, comemos en exceso, hacemos menos ejercicio y sufrimos más estrés. El resultado: respiramos más, y respiramos por la boca.
Respirar por la nariz es sinónimo de salud
La nariz limpia el aire, lo calienta y lo humedece para que sea más fácil de absorber. Pero la función de la respiración nasal va mucho más allá de eso. Influye en una cantidad sorprendente de procesos orgánicos, desde facilitar la digestión a colaborar en la función eréctil. Regula la frecuencia cardíaca, responde a las fases del ciclo menstrual de las mujeres, y tiene su propio ritmo vibracional, que alterna la apertura de cada orificio nasal durante el día, ayudando a nuestro equilibrio. Se le llama ritmo ultradiano o ciclos nasales.
Además, la respiración nasal se conecta con el sistema nervioso simpático y parasimpático, permitiendo su regulación.
Los que saben, respirar por la nariz
La importancia fundamental de la respiración nasal era conocida por la mayoría de tradiciones sabias de la antigüedad. El papiro Ebers, uno de los textos más antiguos jamás descubiertos, ya describía cómo la nariz, y no la boca, suministraba aire al corazón y a los pulmones.
Los taoístas chinos señalan que la nariz es «la puerta celestial» y advierten de que «respirar de otra forma pone en peligro y hace entrar la enfermedad».
Las tribus nativas americanas conocían también las bondades de respirar por la nariz, y sostenían que «el aire inhalado por la boca le quitaba fuerza al cuerpo, deformaba la cara y provocaba tensión y enfermedades».
Recupera tu ritmo nasal
Es fundamental respirar por la nariz, más incluso que llevar una adecuada alimentación. El aire es nuestro primer alimento, y nutrir correctamente de oxígeno nuestras células es lo más amoroso que puedes hacer por tu salud. Es posible estar sin comer durante días sin problema. También se puede sobrevivir sin agua durante unos tres días antes de desfallecer. Pero sin respirar, tu vida se apaga en minutos, literalmente.
Es posible que pienses que tú no respiras por la boca, pero casi todos lo hacemos. Los odontólogos son los que mejor lo saben, pues se llevan todo el día mirando bocas ajenas. Si quieres volver a respirar de verdad, contacta con algún profesional odontólogo que practique un enfoque cercano a la dentosofía o a la odontología biológica. A mí no solo me ayudó a respirar de nuevo, sino a conocerme mejor.
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Fuentes:
James Nestor. Respira: La nueva ciencia de un arte olvidado. Editorial Planeta (13 enero 2021)
Patrick G. McKeown. Cierra tu boca: Manual de Autoayuda de la Clinica de Respiracion Buteyko
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