11 Nov Falta de Filagrina, narizotas y cansados
¿Qué es la filagrina?
¿Has oído hablar alguna vez de la filagrina? Se trata de una proteína que fue identificada por primera vez en 1977, y resulta fundamental para el desarrollo y mantenimiento de las mucosas y la piel. Para no entrar demasiado en profundidad, diremos solamente que desempeña una labor esencial en la organización de los filamentos de queratina y en la formación del estrato córneo.
La cuestión es que la filagrina tiene una estrecha relación con la piel y su salud. Debido a esta razón, si buscas “filagrina” en internet, muchos de los resultados que te devuelve el buscador son entradas de páginas de estética y belleza. De hecho, la filagrina forma la capa cornificada de la piel, responsable de la pérdida de hidratación de la misma. Con esta excusa, hay quien se refiere a la filagrina con el comercial nombre de “la proteína de la juventud”.
Falta de filagrina
La filagrina es importante porque de su buena salud depende que nuestra barrera cutánea funcione correctamente. Contar con poca cantidad de filagrina en el organismo desencadena muchos perjuicios para nuestro bienestar (incluida la pérdida de hidratación de la piel)
El gen de la filagrina se denomina FLG, y en los últimos años se han identificado muchas mutaciones de ese gen. Todas estas mutaciones implican la pérdida de función de la filagrina. Por este motivo, muchas de estas mutaciones se asocian a la aparición de enfermedades cutáneas como la ictiosis vulgar y la dermatitis atópica, y de otras enfermedades extracutáneas, como el asma o la rinitis alérgica.
Pero los problemas asociados con la falta de filagrina no solamente provienen de mutaciones. También los hábitos de la sociedad moderna, de manera indirecta, inciden en la falta de filagrina.
La filagrina es cara de producir
La filagrina es costosa de fabricar para el cuerpo, y el sistema orgánico tiende, ante todo, a la eficiencia del gasto energético. Esto quiere decir que ante una demanda de energía mayor, el cuerpo va a repartir los recursos siguiendo un orden de prioridades.
Hace un tiempo hablamos de la teoría del cerebro egoísta de Peters, y explicamos que si bien en condiciones normales, es el cerebro quien más energía requiere y quien primero la toma para sí mismo, en condiciones de enfermedad, el sistema inmune se convierte en el principal y primer recibidor de energía.
Este mecanismo, además de sanador, es lógico: cuando padeces una enfermedad, la prioridad del cuerpo es curarte. Por eso, cuando enfermas, te encuentras cansado o cansada, y solo te apetece dormir o tumbarte: la mayor parte de la energía de tu cuerpo se está usando para mantener al sistema inmune en lucha contra los patógenos.
Inflamación y filagrina
Entonces, otros procesos secundarios que requieren de un alto coste energético, se paralizan. Como por ejemplo, la producción de filagrina. La activación del sistema inmune ante las enfermedades es un proceso sanador y lógico, que no compromete realmente los niveles de filagrina en el cuerpo. ¿Pero qué pasaría si tu sistema inmune se encontrase continuamente en un estado de alerta? Pues la consecuencia es similar a cuando tú mismo permaneces tensa por mucho rato: cuando tomas conciencia de esa tensión, te das cuenta de que estás agotada, tus músculos están cansados, tu mente abotargada. Lo llamamos estrés, y lo sufrimos en el día a día a nivel mental, corporal y también digestivo.
La inflamación crónica de bajo grado es un estado de activación constante del sistema inmune, que daña los tejidos del cuerpo, provoca resistencia a la insulina, induce estados depresivos y está en el origen de enfermedades como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.
El sistema inmune es el guardián de los tipos malos, esos que quieren infiltrarse en el selecto club que es tu cuerpo. Cada vez que detecta a alguien sospechoso de no venir con buenas intenciones, utiliza sus recursos para tratar de expulsarlo o de arreglar los desperfectos.
Y cuando comes productos procesados y grasas vegetales, pasas un tercio de tu día sentado o te quedas hasta después de que anochezca mirando la pantalla del móvil, tu sistema inmune se activa. Porque la comida que no es comida inflama, y los hábitos contrarios a la vida origen también nos enferman.
Si tu sistema orgánico está derivando recursos para protegerte de lo que comes cada tres horas y del estilo de vida que llevas, no queda energía para casi nada más: ni para jugar, ni para reír, ni para hacer ejercicio, ni para rendir en el trabajo y en el resto de actividades.
Intestino permeable
Esa falta de energía la sufre tu cuerpo y todos los procesos que se producen constantemente en su interior. Lo mismo pasa con la producción de filagrina: se paraliza por falta de energía para fabricarla (la filagrina se genera principalmente por el hígado y las mucosas). La consecuencia de la falta de filagrina es que la piel y las mucosas se debilitan, lo que conduce a padecer intestino permeable. Lógico: sin filagrina, las paredes de tu intestino se debilitan, y no ejercen correctamente su función, que es filtrar a la sangre los nutrientes y conducir los desechos hacia su evacuación.
Y aquí tenemos otra nueva paradoja: cuanto más inflamación, peor trabaja el sistema de barrera de la piel, y también del intestino: esto significa que los patógenos y los agentes destructivos de la comida que no alimenta lo tienen todavía más fácil para atravesar la barrera intestinal y pasar a la sangre.
Narizotas inflamados
En el caso de la piel, la falta de filagrina, ademá de debilitar tu sistema digestivo, produce a nivel externo un crecimiento desordenado de queratina, en un reflejo de protección, pues como decíamos al inicio, la filagrina es responsable de la correcta ordenación de los filamentos de queratina. Sin filagrina, la piel puede reaccionar creciendo de manera desordenada y con bultos. Algunos bebedores patológicos, que tienen el hígado dañado, dejan de producir filagrina, de ahí la llamada nariz de alcohólico.
Por eso, si no quieres lucir la nariz de Baco, ni tampoco sufrir de intestino permeable, te dejo varias recomendaciones. Primero, pásate a una alimentación origen, respetuosa con tu diseño fisiológico, y no consumas productos procesados ni grasas vegetales. Segundo: haz deporte, oxigénate de forma adecuada, y come aguacate, que contiene moléculas muy parecidas a la filagrina.
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Fuentes:
Yolanda Santiuste Blázquez. Reset, encuentra tu salud. Línea Alba.
M. Armengot-Carbo et al. Filagrina: papel en la barrera cutánea y en el desarrollo de patología
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